
Paco Molinero, presidente de la Delegación Territorial del COPC en Girona, es doctor en psicología, investigador y formador en Análisis de la comunicación terapéutica, psicoterapeuta EuroPsy y mediador familiar.
Este artículo quiere mostrar la importancia de la metodología observacional y el análisis conversacional para la práctica reflexiva en psicología.
El ejercicio exitoso de la psicología depende fundamentalmente de un conocimiento práctico que debe ser actualizado y adaptado a las circunstancias particulares y los requerimientos contingentes de la práctica profesional. Schön, en su libro El profesional reflexivo (Schön, 1998), caracteriza la actividad profesional (el autor se centra en el ámbito de la educación, pero es generalizable a otras profesiones tales como la psicología) como un tipo de praxis que debe hacer frente a situaciones de incertidumbre y singularidad y, por tanto, las intervenciones profesionales no pueden responder a una aplicación directa de la teoría o conocimiento científico-técnico a la práctica del día a día.
Desde su perspectiva, es preciso centrarnos en la reflexión sobre los actos profesionales con el fin de desarrollar una forma de conocimiento “práctico”. El conocimiento teórico puede ser considerado como un mero instrumento que utilizaremos en el proceso de reflexión y modelamiento de la práctica profesional.
El saber-hacer profesional en psicología


Las diferentes formas de reflexión sobre la práctica profesional nos van a permitir acceder a un conocimiento sobre el saber-hacer que está inscrito en la misma acción, situada contingentemente en un contexto determinado de interacción. De este conocimiento práctico, en gran parte, no somos conscientes, pero está presupuesto de manera tácita como condición necesaria para la realización exitosa de la acción.
Cuando la acción fluye normalmente, se produce una adecuación entre las expectativas implícitas de quien actúa, y lo que el entorno le devuelve, completándose la acción según lo previsto. La acción es interacción, y solo se completa en un movimiento de ida y vuelta que incorpora los resultados o efectos de la misma en su entorno o con su interlocutor. Sin embargo, este ajuste no se produce de manera completa, y en ocasiones es necesario un cierto distanciamiento respecto al resultado que obtenemos. Cuando las respuestas se alejan de lo previsto, iniciamos un proceso de reflexión con preguntas tales como: ¿qué está sucediendo?, ¿es adecuado en este momento lo que estoy haciendo?, ¿hay una forma mejor de proceder? Estos procesos reflexivos se producirían en el continuo presente de la acción, dando lugar a un entrelazamiento entre lo que podríamos considerar el diálogo interno, que se intensifica en ese tipo de situaciones de duda o sorpresa, y el diálogo externo propiamente dicho, que mantenemos con la persona a la que atendemos.
Habría que añadir otro tipo de conocimiento reflexivo, que se refiere al conocimiento resultante que producimos cuando somos observadores de la interacción en la que estamos participando con el otro, una especie de tercera posición desde la que observamos la interacción en su conjunto.
La observación de lo que acontece en una sesión en psicología (en la que nos vemos a nosotros mismos y a nuestro interlocutor en el baile de la interacción), en su transcurrir momento a momento interactivo es, desde nuestro punto de vista, un dispositivo esencial para hacer realidad este tercer modo reflexivo de construir conocimiento y habilidades de mejora de la práctica profesional. En este punto entroncamos este punto de vista reflexivo de la práctica profesional con la tradición del análisis conversacional y la observación del diálogo terapéutico.

Las lentes del análisis conversacional en psicoterapia
El poder que tiene la observación y el análisis de la comunicación en psicoterapia se ha puesto de relieve desde diferentes tradiciones, especialmente en la tradición de la terapia familiar sistémica, los desarrollos de la terapia breve (De Jong & Berg, 2008), o en los modelos transteóricos (Prochaska et al., 1994) del cambio en los que se inspira la entrevista motivacional (Miller, William R; Rollnick, 2015), todas ellas centradas en la exploración y potenciación del lenguaje del cambio.
El análisis conversacional en psicoterapia y el microanálisis del diálogo terapéutico comparten una metodología de trabajo inseparable de la observación directa de lo que acontece en las secuencias conversacionales. A partir de esa observación y la utilización de sistemas de transcripción, se ha venido desarrollando un sistema conceptual que nos permite analizar de manera sistematizada lo que acontece en cada contexto conversacional, cómo se concatenan las intervenciones de cada interlocutor (psicoterapeuta y cliente) momento a momento (siguiendo los turnos de habla), y cómo efectivamente se realizan las tareas terapéuticas y se persiguen los objetivos de la intervención profesional.
La metodología del análisis conversacional en psicoterapia se convierte, de este modo, en una herramienta práctica (para el aprendizaje y la mejora de la práctica profesional), y a la vez, permite crear puentes entre modelos teóricos favoreciendo una perspectiva integradora mediante la observación de las acciones terapéuticas y los mecanismos, por medio de los cuales, propician, en cada uno de esos modelos, los procesos de cambio.
En la formación y entrenamiento de habilidades en comunicación terapéutica, la observación de cómo se produce la interacción, la anotación de diferentes secuencias con comentarios y reflexiones, así como la identificación en la sesión observada de cómo se producen conversacionalmente las tareas terapéuticas permiten desarrollar una perspectiva en la que nos focalizamos en el proceso de cambio (respondiendo al cómo hacer aquello que en los modelos de intervención se refieren, mayoritariamente, en términos de qué hay que hacer). Tanto el análisis conversacional aplicado a la psicoterapia (Peräkylä, 2012) como el Microanálisis del diálogo terapéutico (J. B. Bavelas et al., 2000) nos ofrecen una lente con la que enfocar la observación y diseccionar lo que sucede en los actos profesionales entendidos como procesos de interacción comunicativa.
Estos dos métodos reivindican el papel de la curiosidad y el descubrimiento, por lo que utilizan un enfoque principalmente inductivo dirigido por los datos (los contenidos y secuencias de interacción en la comunicación). Nos abren una manera de mirar lo que sucede en la intervención profesional no interpretativa, sino que se ciñe a lo que efectivamente ocurrió en la interacción. Por otro lado, nos permiten desarrollar una especie de lengua franca que crea puentes al facilitar que diferentes modelos puedan dialogar entre sí, en línea con el paradigma de la investigación basada en el proceso (Hofmann. Stefan; Hayes, 2019), es decir, en indagar cómo la psicoterapia, y en general, los procesos de cambio se llevan efectivamente a cabo.
Muy a menudo, el análisis conversacional nos lleva a considerar lo que, seguramente, por ser obvio, no recibe la necesaria atención (Madill, 2015). Por ejemplo, el concepto de turno de habla permite estudiar las intervenciones de terapeuta y cliente teniendo en cuenta que, en cada turno se completa una acción, un acto de habla, por ejemplo un requerimiento, y que esta acción realizada en el turno de habla se lleva a efecto, no solamente utilizando los contenidos verbales, sino también los claves prosódicas de entonación y claves visuales de manejo de la mirada para señalar, por parte del hablante, por ejemplo, el fin de su turno de habla. Otra característica que nos parece importante resaltar es la organización secuencial de la conversación. El foco de interés está puesto sobre cómo se concatenan las acciones que los interlocutores realizan y que se dan sentido mutualmente. La forma más simple sería la del par de adyacencia formado por dos turnos de habla, en el que un hablante utiliza su turno de habla para iniciar una acción y su interlocutor la completa. Por ejemplo, una pregunta requiere una respuesta (y se ha comprobado las importantes consecuencias de esta “obviedad” en la investigación sobre el poder de las preguntas como intervenciones (McGee et al., 2005).

Lo mismo ocurre con la conceptualización operacional de las formulaciones desde la perspectiva conversacional. Tanto en el caso de las preguntas como en el de las formulaciones, desplazamos el foco de análisis del monólogo del terapeuta o del cliente, a una concepción en la que las intervenciones se dan sentido mutuamente, en la sucesión de declaraciones tal como se concatenan en el diálogo. Efectivamente, para entender lo que el terapeuta realiza por medio de un cierto tipo de formulación hay que ponerla en relación con lo que preserva, descarta o modifica de lo que dijo anteriormente el/la cliente (Phillips, 1999). Por ejemplo, un reflejo o un resumen se podrían caracterizar identificando el borramiento, el mantenimiento y/o la transformación de partes de lo dicho por el interlocutor. Por medio de la reformulación vamos a marcar, con nuestras formulaciones, una dirección a la conversación que será efectiva en la medida que sean aceptadas y compartidas en un proceso continuo de negociación que se produce en la interacción comunicativa.
Desde una perspectiva de los modelos colaborativos de la psicoterapia, tales como la entrevista motivacional y la entrevista focalizada en las soluciones, es de especial importancia cómo se co-construyen los significados aceptados como base del diálogo en un proceso continuo de “negociación” entre terapeuta y cliente. En este sentido, cabe destacar las aportaciones aportadas por el microanálisis del diálogo terapéutico (J. Bavelas et al., 2017) con el estudio del proceso de la “calibración” o grounding (Hammond DC, 1990), por el que los significados compartidos se producen siguiendo determinados patrones interaccionales.
Herramientas digitales facilitadoras de la práctica reflexiva en psicología
La observación y análisis conversacional en psicoterapia ha recibido un fuerte impulso de los avances tecnológicos, especialmente, la digitalización de las grabaciones audiovisuales mediante la telefonía móvil, así como la videograbación y realización de transcripciones (semiautomatizadas) en Office 365. A estas facilidades hay que añadir la existencia de programas informáticos como ELAN (1), software libre que de manera cada vez más flexible nos permiten segmentar, anotar, o codificar las grabaciones para revisar las secuencias conversacionales y observar los patrones de interacción.
Hasta hace poco menos de 20 años solamente disponíamos de grabaciones en formatos analógicos y espejos unidireccionales. En la actualidad, los sistemas de grabación, transcripción y análisis de la comunicación están evolucionando tan rápidamente que nos permite utilizar estos dispositivos de una manera fácil y flexible.

Con la ayuda del programa ELAN podemos visualizar las secuencias de la comunicación tal como se producen momento a momento y cómo participan de las mismas los diferentes actores y componentes de la comunicación: el contenido verbal, la sucesión de turnos de habla, o los componentes paralingüísticos (entonación) y gestual. Dependiendo de los objetivos que tengamos trabajaremos con un tipo de información u otra siguiendo un principio de utilidad y de simplicidad según los objetivos.
Las herramientas de observación y análisis del diálogo terapéutico existentes en este momento son tan flexibles que podemos utilizarlas con diferentes tipos de objetivos: revisión de las sesiones y anotación de los momentos más significativos de la sesión para su utilización en supervisiones, o la incorporación de transcripciones.
La flexibilidad en las anotaciones alineadas en el tiempo nos permite integrar diferentes tipos de informaciones sobre lo que acontece en una determinada secuencia conversacional, la codificación de diferentes segmentos en el caso de que estemos interesados en desarrollar investigación o crear una base de conocimiento sobre diferentes aspectos de la intervención (preguntas más efectivas, procesos de escucha reflexiva, utilización de metáforas, conceptualización de casos, etc.).
La reflexión sobre la práctica potenciada por la observación, con la ayuda de las herramientas digitales, se convierte en un método para conectar de manera efectiva los modelos de intervención y la práctica, así como los procesos de aprendizaje, supervisión e integración de las habilidades de intervención en los procesos de cambio.
(1) “ELAN (Version 6.4) [Computer software]. (2022). Nijmegen: Max Planck Institute for Psycholinguistics. Retrieved from https://archive.mpi.nl/tla/elan“.
Bibliografía Bavelas, J. B., Mcgee, D., & Phillips, B. (2000). Microanálisis de la comunicación en psicoterapia. Bavelas, J., Gerwing, J., & Healing, S. (2017). Doing mutual understanding. Calibrating with micro-sequences in face-to-face dialogue. Journal of Pragmatics, 121, 91–112. https://doi.org/10.1016/j.pragma.2017.09.006 De Jong, P., & Berg, I. K. (2008). Interviewing for solutions (3rd ed.). Brooks/Cole. Hammond DC. (1990). Handbook of Hypnotic Suggestions and Metaphors. Hofmann. Stefan; Hayes, S. (2019). The Future of Intervention Science: Process-Based Therapy. Clinical Psychological Science, 7(1), 37–50. Madill, A. (2015). Conversation analysis and Psychotherapy Research. McGee, D., Vento, A. Del, & Bavelas, J. B. (2005). AN INTERACTIONAL MODEL OF QUESTIONS AS THERAPEUTIC INTERVENTIONS. Journal of Marital and Family Therapy, 31(4), 371–384. Miller, William R; Rollnick, S. (2015). La entrevista motivacional. Ayudar a las personas a cambiar. Paidós. Peräkylä, A. (2012). Conversation Analysis in Psychotherapy. The Handbook of Conversation Analysis, 2012, 551–574. https://doi.org/10.1002/9781118325001.ch27 Phillips, B. (1999). Reformulating Dispute Narratives Through Active Listening. Mediation Quarterly, 17(2), 161–180. https://doi.org/10.1002/crq.3890170207 Prochaska, J. O., Norcross, J. C., & Diclemente, C. C. (1994). Changing for good. Avon Books. Schön, D. a. (1998). El profesional reflexivo. Como piensan los profesionales cuando actúan.
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