Por Eileen Wieland, psicoanalista (SEP-IPA) y miembro del Grupo de Trabajo “Psicoanálisis y Sociedad” del COPC.

Las noticias de esta primera semana de setiembre de 2022, durante la cual vamos saliendo del paréntesis veraniego, nos impactan por su gravedad. Por un lado, tenemos la información que nos da los medios de comunicación del contexto internacional: 

1. La central nuclear de Zaporiyia no reúne las condiciones de seguridad necesarias para evitar un desastre nuclear, según la comisión de expertos de la OIEA.

2. Turquía anuncia que puede invadir Grecia por sorpresa. Las declaraciones del presidente Erdogan han sido: “Cuando llegue el día y la hora, haremos lo que haga falta. Podemos llegar una noche de manera repentina“. 

3. China, Rusia e India inician maniobras militares conjuntas. 

4. Deshielo de los glaciares en Suiza por efectos del cambio climático. Según los expertos, si se mantiene este ritmo no habrá agua en Europa para 2090. 

5. La laguna mayor del parque de Doñana se seca con las consiguientes consecuencias nefastas para el ecosistema de aquella zona. 

6. La crisis energética en Europa derivada de la guerra de Ucrania y el cambio climático. 

Por otro lado, dos noticias locales que por el contenido reclama nuestra atención. El 22 de julio se realiza en Vilassar de Mar (Barcelona) una gincana sexual para participantes de 11 a 30 años. Y un mes más tarde, el 23 de agosto, en Mollet de Valles (Barcelona), se organiza una carrera de niños a partir de 12 años con ropa interior patrocinada por una tienda erótica y una condonería. Competición en la que luego participan padres en las mismas condiciones. 

¿Cómo podemos entender estas noticias aparentemente tan dispares? ¿Cómo podemos procesar la intensa ansiedad de aniquilación de la vida humana por desastre nuclear y/o por calentamiento global? ¿Qué defensas como colectivo social usamos para mitigar este terror que nos acecha de manera persistente desde hace ya bastante tiempo? 

Me pregunto si estos eventos locales, en Vilassar y en Mollet, no son la expresión de la excitación erotizada como una de las posibles estrategias para mitigar esta ansiedad colectiva. Según la propuesta de análisis que planteo, pienso que no es una casualidad. No son acontecimientos aislados, sino que es un ejemplo flagrante de una actividad colectiva excitante, eufórica y negadora para apaciguar la intensa ansiedad que nos invade ante la incertidumbre social actual. Desde una comprensión psicoanalítica de los procesos inconscientes tanto individuales como grupales, la erotización es un recurso defensivo para amortiguar las ansiedades de pérdida, los profundos temores de vacío, anihilación y fragmentación que habitan en nuestro psiquismo que en las circunstancias actuales están más presentes. 

El recurso a la erotización es una extraordinaria herramienta para evitar acercarnos a experiencias dolorosas inevitables necesarias para estimular nuestra capacidad de pensar. 

Las consecuencias de esta evitación anulan la posibilidad de hacernos responsables conscientemente en el arduo camino de encontrar soluciones beneficiosas, creativas, reparativas de la situación social en que estamos inmersos. 

La población joven, entendiendo esta desde la infancia hasta la madurez, es el blanco de las consecuencias de los cambios sociales en la organización de la familia, el lugar donde se construye por excelencia los adultos futuros. 

La erotización prematura a través de diferentes medios secuestra la etapa necesaria para el desarrollo de aprendizaje, la capacidad de socialización, el respeto mutuo, la construcción de valores. Cada una de las etapas del crecimiento del ser humano hasta llegar a la madurez son etapas esenciales que han de tener la oportunidad de transcurrir adecuadamente sin interrumpir su evolución natural. Es un segmento de población al que se pueden trasladar fácilmente maneras no saludables de hacer frente emocionalmente a los retos actuales.  

Asimismo, es también un segmento de población muy seductor para convertirse en atractivas posibilidades de commodities para los grandes negocios. ¿O quizás interesa a las políticas neoliberales tener una futura generación de adultos manipulables y acríticos que no puedan cuestionar ni preguntarse por el devenir de nuestra evolución como parte de un ecosistema frágil y vulnerable?